El líder es tanto el corazón como la mente del proyecto. No se conforma con ser el arquitecto que dibuja los planos, sino que también es el director de obra que dirige el trabajo día a día y que guía a su equipo. No le basta con dar órdenes, sino que tiene que transmitir una pasión que haga que el equipo, a su vez, haga suyo el proyecto. Sus tareas son:
- cumplir el objetivo respetando el pliego de condiciones;
- formar y gestionar el equipo;
- garantizar el seguimiento cotidiano del proyecto y adaptar los planes iniciales si es necesario;
- gestionar imprevistos.
Existen algunas cualidades que son primordiales a la hora de completar dichas tareas:
- asumir responsabilidades;
- tener sentido de la iniciativa y saber tomar decisiones difíciles;
- saber rodearse de las personas adecuadas;
- lograr gestionar el equipo y motivarlo;
- ser un buen comunicador;
- ser capaz de gestionar situaciones de estrés;
- poder anticipar.
Si no eres un líder nato, siempre puedes adquirir estas competencias en el terreno:
«Cuando empecé mi carrera profesional hace 20 años, era incapaz de comportarme como un líder y no sabía cómo transmitir mi pasión. O, lo que es peor: mis subordinados no me escuchaban. Un día, un amigo, entrenador de fútbol, me propuso que lo acompañara al vestuario durante un partido, para ver cómo dirigía a sus jugadores. ¡No me arrepiento! Siguiendo su ejemplo, he aprendido a reafirmarme, a elegir mis palabras, a levantar el tono cuando sea necesario o, al contrario, a mostrarme conciliador». (Boris, gestor de proyectos informáticos).