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Si tienes mentalidad de empleado, para ser un knowmad lo que hay que hacer es cambiarla a una mentalidad de emprendimiento de evolución continua, dinámica, liquida.

Ya no lo digo para tener una libertad financiera, no te hablo de ser dueño de su tiempo, me refiero sobre todo a la mentalidad de pensar solo en recibir ordenes, a sociedad nos programó para pensar como empleados, para pensar como subordinados, para siempre estar trabajando para alguien más.

Y realmente, cuando nos educan en el colegio y en la universidad para esto, es muy difícil desligarse de esta mentalidad.

Por lo tanto, quiero contarte cómo puedes realizar esa transición de mentalidad de empleado a emprendedor, y cómo a pesar de que no es fácil, si lo implementas a diario, realmente es muy probable que puedas emprender y ser muy exitoso en el futuro a tu manera.

No existe el momento perfecto ni una idea perfecta.

Quizás esto es algo que detiene a muchas personas, no solamente a empleados sino quizás universitarios, estudiantes, amas de casa, o cual persona que quisiera hacer algo e incluso cuenta con el recurso económico, con un conocimiento, con alguna otra cosa…

…pero están esperando que llegue la idea revolucionaria, la idea mágica, la idea de negocio que va a transformar el mundo por completo.

Y, aunque sería genial si tuviéramos una idea de estas, la realidad es que muchas de las personas que emprendemos o queremos emprender, ni siquiera llevamos a cabo una cosa bien raramente. Por lo menos nos gusta intentarlo.

Emprendemos en un negocio común y corriente.

Es más, cuando la gente busca crear un negocio, por lo general busca hacer algo que nadie más esté haciendo, y esto normalmente es mala idea.

Porque si ya hay otros negocios que están funcionando, significa que hay gente pagando, que hay demanda en el mercado, y que hay dinero fluyendo en ese nicho o en esa industria.

La idea no es buscar una oportunidad de negocio que nunca antes había existido, no necesariamente (de hecho no es lo ideal), sino tratar de entrar en algo que ya existe y ya se sabe que funciona.

Y no existe el momento ideal.

El momento idea era hace 5 o 10 años seguramente. Por lo tanto el siguiente momento ideal es ahora. Lo dicho es un ejercicio para cambiar de mentalidad no quiere decir que lo vayas hacer, pero te servirá para ver como lo harías tu.

No hay certezas, ni garantías ni seguridad.

Todo eso de recibir un salario a fin de mes, tener unas pagas extras y unas vacaciones, prima de servicios, que estés con garantía de que incluso si te despiden te tienen que pagar una liquidación…

Todo eso se acabó a la hora de emprender.

Nadie va a asegurarse de que recibas dinero constante y sonante todos los meses, todas los meses.

De hecho, nadie te va a garantizar que si emprendes, el negocio siquiera te va a prestar dinero.

Y aún, a pesar de todos estos riesgos: Emprender es algo que vale la pena.

Esto es una mentalidad que debe cambiar en las personas que piensan que porque hay riesgos, o porque no hay garantías, o no hay seguridad, no vale la pena.

Por el contrario, ese es el hecho que hace que valga la pena, y es lo que hace que muchos emprendedores ganen más que los empleados, debido a que ellos están asumiendo más riesgos.

Incluso si los empleados trabajan más duro y por más tiempo al día, ya que los empleados tienen todo asegurado, estén funcionando las cosas bien o regular.

El que pone el riesgo, su dinero, su reputación, sus recursos, e incluso puede que pague a sus empleados y él mismo no reciba dinero, es precisamente el emprendedor.

Pero, a pesar de que no es un camino fácil, que uno se tenga que acostumbrar a ingresos variables, a que si este mes recibí buen dinero entonces lo cuido para que me dure porque el otro mes no estoy seguro de recibir… Al final, es totalmente enriquecedor.

Nos tenemos que volver muy buenos en finanzas para poder manejar el dinero y aún así continuar enfocado en todo lo demás.

Todo eso vale la pena, pues como knowmad te puedo decir que si, tanto si es tu única fuente de ingreso como si ademas la complementas con un salario.

Una cosas es soñar, otra cosa es crear un plan, pero totalmente distinta es planear tu sueño.

Es decir, cómo vas a pasar de decir «quiero emprender«, a estar emprendiendo.

Hay que tener un plan.

Todas las empresas que hoy existen, en algún momento no existían y se fueron desarrollando con el tiempo.

Todo lo que pasó del punto A al punto B, es decir de no existir y ser una idea en la mente de su creador, hasta ya ser una empresa exitosa, fue un proceso.

Y el proceso inicialmente quizás se da con una idea, pero posteriormente se da con una estrategia, con un plan, con algún recorrido a llevar a cabo.

La pregunta es: ¿Tienes tú ese plan?, o si no, ¿cuándo vas a empezar a desarrollarlo?

Así no sea un plan perfecto, ojalá sea un plan flexible, debe existir un plan.

El tema financiero es importante pero no lo es todo.

Sí, claramente un negocio se crea en principio con el objetivo de ganar dinero, con ánimo de lucro, lógicamente.

Sin embargo, el dinero no lo es todo en un negocio.

Hay cosas más importantes.

Deberíamos enfocarnos en el cliente, en la solución que proveemos, en la satisfacción de las personas que nos compran o lo que sea.

Pero más importante aún, es dejar de pensar en ese recurso que creemos tan importante cuando no lo tenemos (que es el dinero), pero que en realidad podemos conseguir de muchas maneras; para pensar en lo que sí realmente importa: El tiempo, que nunca vuelve.

Y que sin importar cuánto hagamos, una hora perdida es una hora perdida para siempre.

Por lo tanto, un negocio debería ser inicialmente una herramienta para yo eventualmente tener más tiempo libre, no menos tiempo libre.

Hay personas que literalmente se la pasan trabajando 10 horas diarias en su negocio propio… No durante el primer año segundo año, sino durante los primeros 10 años, o 15 años, o a veces toda su vida.

Y esto no es lo ideal, para eso mejor tenemos un empleo que nos da probablemente más tiempo libre, menos responsabilidad, cuando llegamos a la casa no tenemos que pensar en trabajo; y así nos pague un poco menos, seguramente esa tranquilidad vale la pena.

Si emprendemos es con la idea de que nuestro negocio nos libere de todas de preocupaciones, no al contrario.

Trabajar duro si, pero se puede trabajar mejor e inteligentemente.

Esta es la diferencia que hace posible el punto anterior.

Una cosa es cuánto te pagan por tu hora de trabajo, la otra cosa es cuánto ganas por los resultados.

Un emprendedor puede que lleve a cabo un esfuerzo que le tome pocas horas y le brinde todo el dinero que un empleado se puede ganar en un año o en dos años, o en 10 años.

Como dicen en mi tierra depende.

Hay gente que gana mucho dinero sólo por su conocimiento, su visión, su experiencia, sus estrategias o todo lo que es el resultado de haber emprendido y haber llevado a cabo sus ideas y sus pasiones.

Pero hay personas que dicen «si yo quiero ganar 10 veces más, pues imagínese todo lo que estoy trabajando ahora, qué tanto tendría que trabajar«. Y no es así.

No puedes buscar culpables por lo errores, por los fracasos. 

Cuando tienes un empleo, tienes algunas responsabilidades.

Pero cuando emprendes y eres el dueño de tu negocio, las tienes todas.

Y ser responsable absolutamente de todo, implica dejar de pensar como el empleado que quisiera liberarse de esas responsabilidades, que quisiera no tener a cargo a nadie.

A veces queremos ser jefes, y después nos damos cuenta que estar encima de la gente es muy complicado…

Muchas veces cargar con una responsabilidad es incluso más estresante que en principio hacer el trabajo uno mismo.

Pero todo eso se multiplica por 10 cuando emprendemos, y aún así vale la pena, aún así tiene sentido, y aún así es algo que se disfruta cuando uno hace algo que le gusta, cuando uno emprende en un negocio que verdaderamente le satisface.

Quizás es difícil la adaptación, pero te aseguro que esa responsabilidad, en el momento que ya uno haga la transición y se adapte al hecho de que es de uno, a partir de ahí uno dice «Listo, voy a sacar el máximo provecho de yo tener el control y voy a dirigir esta empresa hacia este rumbo«.

No puedes pensar en el fracaso, pues ya te levantas con problemas.

Como empleados un fracaso nos puede derrotar, hacernos sentir destruidos.

Mientras que como emprendedores, desayunamos y almorzamos fracaso.

Porque los fracasos son el día a día de los emprendimientos.

Un negocio por más que le vaya bien, puede que saque una línea de producto nueva que no sirva para nada, puede que tenga un segmento de clientes absolutamente insatisfechos, puede que cometa errores con el tiempo y eso le afecte su reputación.

Es un camino tan turbulento.

Es más, muchos emprendedores empiezan un negocio que fracasa rotundamente y tienen que empezar otra cosa bien distinta.

Y eso es perfectamente normal.

De hecho, no es solo normal y probable que te pase, sino que deberías idealmente desear que esos fracasos ocurran en tu vida, te alimenten y te den lecciones.

¿Por qué? Porque si logras el éxito puede que no tengas lecciones, que no aprendas nada (puede que si, puede que no).

Pero si fracasas, seguramente vas a aprender maneras muy específicas de no hacer las cosas, de evitar errores.

Para ser emprendedor hay que tener Fe y ser Optimista.

Y sobre todo, confiar en nadie más que en ti mismo.

Así no sepas exactamente cómo es el desenlace de la historia, así no sepas a futuro qué va a pasar.

Como cuando tomamos carretera para ir a cierto destino…

No estamos viendo al frente la ciudad a la que vamos a llegar.

Vemos carretera, unos pocos metros adelante; vemos posiblemente las señales, o quizás tenemos un mapa de ruta que nos dice «vaya por este lado«.

Pero tenemos que confiar que si seguimos ese camino, eventualmente vamos a llegar al destino, y eso es precisamente lo que ocurre cuando vamos a emprender.

Delegar un arte o una preocupación.

¿Por qué un arte?

Porque si yo delego mucho, puedo llegar a desconectarme del negocio.

Pero si me cuesta delegar, probablemente no se vuelva rentable la situación.

Es decir, no significa que yo voy a empezar un negocio y de repente ya tengo 10 empleados para que hagan todo y yo no hacer nada, pero que esos 10 empleados me cuestan más de lo que realmente el negocio me genera.

Hay que saber hacerlo, calibrar exactamente cuándo delegar, cómo delegar, a quién delegar, y saber que se delega el trabajo pero no la responsabilidad, eso es fundamental.

Tenemos que confiar, y nadie más nos va a dar esa confianza que nosotros mismos.

Es más, puede que haya 2 emprendedores.

Uno más inteligente, con más conocimiento y experiencia en el asunto, con más tiempo trabajado en la industria, que tenga más dinero para poner como capital inicial.

Pero llega otro, que solamente tiene más confianza, no tiene esos otros recursos, pero tiene la confianza en lo que hace, y así lo supera.

¿Por qué? Porque quizás no le teme a sacar un producto imperfecto, no es tan perfeccionista como para retrasar el lanzamiento de un producto y por lo tanto, logra que ese producto le brinde el apalancamiento necesario, o cualquier otra situación.

Esa autoconfianza hace que arrasemos con cualquier situación negativa.

Hace que incluso nos expongamos a la gente, al público, al mercado, y que corrijamos cualquier cosa en el camino.

Porque sabemos que independientemente de que sea imperfecto, tenemos el tiempo de ir ajustando y adaptando las cosas, especialmente si nos comunicamos muy bien con nuestros clientes, quienes van a entender que estamos tratando de brindar cuanto antes lo mejor posible, y que estamos comprometidos con mejorar.

Muchas personas sueñan con ser emprendedores, pero la verdad es que pocos están dispuestos a hacer el cambio necesario de su mentalidad para efectivamente lograrlo, y a educarse constantemente, y a llevar a cabo cualquier cantidad de ajustes en su transformación personal para hacerlo una realidad.

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